La manzanilla, también conocida como camomila, es una hierba originaria de Europa ampliamente utilizada por su gran número de propiedades, principalmente sus efectos sobre el sistema nervioso, así como por su poder antiséptico y antiinflamatorio.
Esta planta tiene un tallo largo que alcanza los 25 cm de longitud, con hojas alargadas y pequeñas flores blancas, predomina en los prados teniendo buena tolerancia a las condiciones climáticas extremas. Puede sembrarse en maceta lo que facilita disponer fácilmente de ella en el hogar.
La principal forma de utilizar la manzanilla es mediante la preparación de infusiones a partir de las flores frescas o secas, las cuales tienen un agradable sabor y se emplean para lograr efectos como una acción calmante o sedante del sistema nervioso así como por su efecto antiespasmódico que ayuda a aliviar los dolores tipo cólico.
Esta infusión puede emplearse fría en compresas para ser usadas sobre áreas de inflamación, siendo una de sus principales aplicaciones en el tratamiento de los trastornos oculares como la conjuntivitis, la inflamación de los párpados, la inflamación de la cara en crisis de sinusitis y las hemorroides dolorosas. También se puede aplicar sobre el cabello para aclararlo y obtener reflejos dorados en el mismo.
A partir de la manzanilla se obtienen aceites esenciales mediante un proceso de destilación que se emplean en tratamientos de aromaterapia. Sus principales usos son en el área de cosmética para favorecer procesos de cicatrización, hidratar la piel y lograr un aspecto más fresco.
También es empleada en la manufactura de productos de tocador como el jabón, perfumes, cremas, champú y diversos cosméticos.